Las
rejas de la democracia
Amadeu
Casellas, el preso más veterano de Catalunya, lleva 25 años
encerrado
"En
las cárceles se droga a los internos para anularlos"
Casellas ha realizado 50 huelgas de hambre para reinvindicar
derechos, y llegó a estar 74 días sin comer
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"He visto a funcionarios en orgías sexuales en las que
se violaba a los internos", afirma Casellas
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XAVIER
MAS DE XAXÀS - 21/11/2004
BARCELONA
Amadeu Casellas empezó su última huelga de hambre el
pasado 30 de noviembre en la prisión de Girona. Amenazó
con coserse la boca, como había hecho en otra ocasión, y
dejó de comer. Estuvo 54 días sólo con agua y azúcar.
Pedía poder salir de fin de semana. Un fin de semana después
de 25 años en la cárcel, un privilegio que la dirección
del centro le negaba alegando mala conducta. "Hubiera
llegado hasta el final, claro que sí. Estaba decidido a
salir de la prisión como fuera. Me era igual vivo que
muerto."
Veinticinco años antes había dicho algo similar a un
funcionario de la Modelo de Barcelona. Fue en septiembre de
1979. Acababa de entrar en la cárcel a cumplir una condena
por robo a mano armada. Era atracador de bancos, anarquista
y simpatizante de Terra Lliure, y las palizas eran tan
intensas que temía por su vida. "Un día pensé que no
saldría vivo, y sin nada que perder me encaré con el tipo
que me golpeaba. ´O me matas o te mato´, le dije. ´Si me
matas, me haces un favor, y si te mato, seguiré encerrado´".
Casellas no lo mató, no ha matado ni herido nunca a nadie,
y sigue en prisión. Él asegura que es el preso más
veterano de Catalunya. También es el más combativo. Ha
denunciado repetidas veces a las autoridades por robos,
estafas, abusos y falsificaciones. Ha realizado 50 huelgas
de hambre y pasado años enteros en celdas de aislamiento,
sin ver a nadie, saliendo sólo dos horas al día a un patio
vacío. La historia de su vida es la historia de las cárceles
en la Catalunya democrática, y por eso la Generalitat, con
ganas de cambiar el sistema penitenciario, atiende a sus
consejos, mientras que el Síndic de Greuges le visita para
descubrir uno de los grandes secretos del país: ocho mil
presos, más que nunca en la historia de Catalunya,
sometidos a un sistema obsoleto capaz de agravar sus patologías.
"Nuestro sistema fomenta la drogadicción y puede
inducir al suicidio", admite un funcionario que, como
los otros que han accedido a hablar con La Vanguardia,exige
mantener el anonimato. "Tendría muchos problemas si
supieran que hablo con un periodista", dice uno.
"Mi vida podría correr peligro", afirma otro.
"Mis compañeros ya me han encerrado más de una vez
con presos peligrosos para asustarme".
Amadeu Casellas ha sido un atracador que ha desperdiciado
sus oportunidades de libertad. "Cada vez que salía,
cogía un arma", manifiesta un ex alto cargo del
servicio penitenciario de la Generalitat. Quebrantar
condenas y fugarse han sido motores de su historial
delictivo. "No le dejaban opción", explica un
miembro del cuerpo de servicios sociales.
El mundo de los presos, como reconoce Casellas, oscila entre
estas dos opiniones. Quedamos con él el sábado de la
semana pasada en un local de Poblenou. El viernes había
empezado su décimo permiso desde que la huelga de hambre
dio sus frutos, y el domingo a las nueve de la noche debía
estar de vuelta en prisión. Vestía de negro. Un jersey sin
cuello y manga larga, un pantalón de lana y unos zapatos de
cordones que parecían nuevos. La violencia, las
equivocaciones, la resistencia, los sueños y el cansancio
de su vida estaban encerrados en unos ojos grandes, negros y
acuosos. Ojos de ida y vuelta a casi todo.
LA CAUSA DEL REBELDE.
Casellas tenía 14 años en 1973 y trabajaba en una fábrica
de Balenyà cuando descubrió el anarquismo. "Me sentía
explotado por el empresario, conocí a gente de la CNT y
empecé a repartir propaganda subversiva por las calles. Iba
de paquete en la moto con las octavillas y asistía a
reuniones clandestinas".
Creía en la lucha armada, en la revolución imprescindible
para cambiar las cosas, y aún hoy, cuando ha cumplido ya
los 45 años y está convencido de que las pistolas no
arreglan nada, considera que el anarquismo, aun sin ser la
solución definitiva, "funcionaría mejor que la
democracia que tenemos".
"En España no tenemos democracia -dice-. Antes había
un dictador que era Franco, y hoy hay unos partidos políticos.
Las empresas funcionan igual. Las necesidades de primer
orden no están resueltas. Falta igualdad entre ricos y
pobres".
Fue buscando esta igualdad como atracó su primer banco, el
Banco Mercantil de Manresa, en 1976. "Fue casi mi
primer delito. Estaba muy nervioso, pero fue muy bien. Un
policía local nos dio el alto, pero salió corriendo al ver
nuestras armas y los pasamontañas".
Durante los siguientes dos años y medio atracó más de 50
bancos. "Era una manera de recuperar lo que los bancos
nos cogían. No me arrepiento de nada, salvo de no haber
cogido lo suficiente". Los botines rondaban los dos
millones de pesetas. Una parte era para el grupo anarquista,
otra se la metía en el bolsillo y otra la hacía llegar, de
forma anónima, a familias en apuros. Alguna prensa lo llamó
Robin Hood,y la policía lo apodó el Dandy porque
iba bien vestido y a los guardias les daba cinco mil pesetas
por el susto.
"Nos divertíamos y vivíamos bien. Yo lo organizaba
todo y también guardaba las armas". Las pistolas,
escopetas y municiones las obtenía en el mercado negro y
gracias a los contactos con Terra Lliure y el Grapo.
Con Terra Lliure compartía el ideario independentista y
republicano, y al Grapo le unía la lucha contra el sistema.
Tenía amigos en ETA, y aún los tiene, aunque cree que han
cado en el absurdo de una lucha sin salida.
LA MODELO, 1979.
De la Modelo de 1979, Casellas añora el caliu político.
"En la segunda galería estábamos los presos políticos
de izquierdas", y allí contactó con la gente de la
CNT, ETA y Terra Lliure. "Hicimos piña". En la
sexta galería estaban los presos de Cristo Rey y otros
grupos de la ultraderecha.
Le cayeron tres años largos y en 1981 estuvo de nuevo en la
calle. "Volví a atracar porque creía, más que antes,
en la lucha armada". La policía tardó un año en
encerrarlo de nuevo y la condena fue de ocho años. Volvió
a la Modelo y participó en la primera huelga de hambre. Era
1982 y el PSOE acababa de ganar las elecciones. "Fuimos
2.000 presos en huelga de hambre pidiendo un trato humano y
lo conseguimos." A pesar de estas mejoras y de que la
Generalitat, a partir de 1984, se hizo cargo de las
prisiones, Casellas se radicalizó y cuando volvió a salir,
en 1985, no tuvo más objetivo que la lucha armada. "Acumulaba
odio y frustración".
LOS FUNCIONARIOS.
La raíz de la frustración estaba en el trato que recibía
de los funcionarios y, por eso, cuando volvió a la cárcel
en 1986 y le cayeron 30 años pensó que nunca volvería a
ser libre. Entonces empezó lo más duro, con muchas huelgas
de hambre, una de hasta 74 días.
"Los funcionarios son unos enfermos -afirma después de
haber convivido 25 años con ellos-. No todos, pero muchos sí.
Si los viera un psicoanalista, seguro que no les dejaba
trabajar. De estos sicarios hay en todas las cárceles.
Tienen mucha fuerza y nadie los denuncian por miedo. Esta
gente ayuda a crear psicópatas en las prisiones".
"Es cierto -reconoce un funcionario-. Muchos compañeros
no creen en el derecho de los presos a la reinserción".
"Nuestro trabajo es muy duro -explica otro funcionario-
y debemos protegernos de presos seropositivos que se
autolesionan para contagiarnos. Es verdad, sin embargo, que
el uso de la fuerza no nos ayuda en nada. Nos hacemos
respetar no cuando agredimos sino cuando respetamos al preso
y dialogamos con él".
"Hay funcionarios -asegura Casellas- que disfrutan
castigando. Apoyan la pena de muerte y admiran el sistema
penitenciario americano. Están, sobre todo, en Quatre
Camins, Can Brians, la Modelo y Lleida".
TORTURAS.
Casellas ha pasado por estas y todas las otras cárceles
catalanas. Ha estado en dieciséis prisiones y asegura que
Can Brians es la peor. "Allí es donde más se tortura".
La violencia de estas torturas, sin embargo, ha descendido.
"En los años 80 eran más salvajes. He visto a
funcionarios participar en orgías sexuales en las que se
violaba a los internos y palizas que los dejaban moribundos.
Ahora las palizas no son tan frecuentes. Lo que es muy
frecuente, sin embargo, son las torturas psicológicas. Te
esconden las cartas, no te dejan llamar por teléfono, a las
visitas les dicen que estás enfermo y no puedes salir,
alargan la burocracia, te ponen en celdas con gente con la
que saben que vas a tener problemas, te trasladan de centro
y te aislan".
Desde el 11 de julio del 2002 al 11 de julio del 2003,
Casellas estuvo aislado en una celda de Can Brians.
"Era una injusticia.Me metieron allí porque no me querían
en el patio. No querían que hablara con otros presos para
que no pudiéramos denunciar lo que estaba pasando. Presenté
un recurso que gané en la Audiencia de Barcelona, pero me
había tirado un año en aislamiento".
Allí tenía derecho a cinco libros, dos carpetas, una muda,
un walkman,unas zapatillas y una llamada de ocho
minutos cada quince días. "Hay gente que no lo aguanta
y es entonces cuando se producen los suicidios".
Otra son las drogas, que se encuentran y consumen sin
problemas. En la cárcel se compra de todo. Tanto un teléfono
móvil como un chute de heroína o una botella de whisky,
que en la Modelo cuesta 90 euros.
La droga se consume en las celdas y en los patios. "Las
drogas se toleran -afirma Casellas-. En los patios se fuman
porros. Los funcionarios lo permiten. Con tanto hacinamiento
-faltan más de dos mil plazas- habría muchas más peleas y
motines si los internos no estuvieran drogados. Los porros
relajan y luego está la droga legal, la metadona, que no se
utiliza para desenganchar a los heroinómanos, sino todo lo
contrario. Se les aumenta la dosis hasta que son unos zombis.
La dirección de las cárceles droga a los internos para que
no den problemas". Esta opinión la corrobora un
asistente social, que asegura, además, que hay centros que
falsifican los análisis de los internos para ocultar que la
mayoría están drogados.
Casellas nunca se ha drogado. Prefiere evadirse con los walkman
como tantos otros internos. "Es necesario porque en
la cárcel no hay ni un segundo de intimidad. Somos hasta
seis personas en una celda de diez metros cuadrados, con
lavamanos y váter".
Una de las pocas distracciones suele ser el trabajo. Hay
1.500 presos en los talleres, cobrando sueldos muy por
debajo del mínimo interprofesional. En Girona fabrican álbumes
de fotos y trabajan todos los días.
CARA AL SOL EN GIRONA.
Girona es una prisión mediana, con 400 internos. La dirige
Jordi Solé, y el jefe de servicios es Miguel Ángel Fuente,
candidato al Senado por el PP en las últimas legislativas.
"Tienen fama de ser duros", según un ex
funcionario. "Amadeu es una de sus víctimas -afirma
una de las fuentes consultadas-. Para salir los fines de
semana le exigieron un año de buena conducta, cuando la ley
obliga a una revisión cada seis meses. Frente a esta
injusticia hizo la huelga de hambre. Quisieron ponerle un
chivato en la celda, pero se negó. Le dijo a Fuente que era
un facha y le cantó el Cara al sol.Le
sancionaron durante nueve meses".
"Amadeu resiste porque tiene una gran fortaleza",
afirma un funcionario que lo conoce bien. Desde julio del año
pasado podría disfrutar del régimen abierto, pero sigue en
segundo grado, con un permiso cada dos meses, más o menos.
La redención final de su pena está fijada para el 26 de
agosto del 2011, 32 años después de haber pisado la Modelo
por primera vez. Él espera que sea mucho antes. Tiene un
empleo esperándole en Girona. "Sé que será mi última
oportunidad, pero también lo será para ellos". Amadeu
recuerda que Miquel Martí i Pol le hizo un poema hace cinco
años, que publicó el 9 Nou.En el primer verso se
preguntaba "Què has fet per passar vint anys a la presó?"
Amadeu cerró los ojos reviviendo el homenaje del poeta y
dijo: "Me gusta aquello de que ´a la república tot és
possible i tot està per fer´".
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