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La Reina Silenciosa. Birgit Fisher.
Alemania. Piragüismo.



 

Birgit Fisher, en primer plano, justo después de imponerse en la final de K4 de los JJ.OO. de Sydney, que significaba su séptimo oro olímpico y completaba un palmarés impresionante

 

 

La reina silenciosa

BIRGIT FISCHER · ALEMANIA · PIRAGÜISMO

11/08/04  03:00 h. Ya no más. Esta vez se ha acabado de verdad”. Cuando Birgit Fischer dijo estas palabras hace cuatro años en Sydney, justo tras ganar su séptimo oro olímpico y con la voz entrecortada aún por el esfuerzo, sus compañeras de tripulación no la creyeron. Saben que Birgit es incapaz de desoír los cantos de sirena de unos Juegos. Cada cuatro años deja de ser una madre devota y de llevar una vida corriente para convertirse en leyenda olímpica. Incluso ahora, a los 42 años de edad.

Cada uno de los casi 11.000 deportistas que competirán en Atenas debería inclinarse al paso de Fischer, uno de aquellos mitos que edifican su magnitud ajenos al ruido de los cascabeles mediáticos. Porque ninguno de ellos puede comparársele ni en palmarés ni en longevidad. Sus siete oros olímpicos –tiene además tres platas– la convierten en la tercera mujer más laureada de la historia de los JJ.OO., sólo superada por los nueve oros de la gimnasta rusa Larissa Latynina y por los ocho –todos en relevos– de la nadadora estadounidense Jenny Thompson, e igualada con otra gimnasta, la checa Vera Caslavska.

Sin embargo, lo que más sorprende no es su botín, sino cómo lo ha ido acumulando: debutó cuando tenía 18 años de edad en los Juegos de Moscú'80, hace 24 años, con un oro, y en Atenas buscará dos más, en K2 y K4. Entre ambos extremos ha ido incrementando su colección, que podría haber sido más impresionante todavía si el boicot de la RDA –nació en Kleinmachnow y se forjó como atleta en Postdam– no le hubiera impedido tomar parte en los Juegos de Los Angeles'84 cuando ella era la vigente campeona del mundo de K1, K2 y K4 (acumula un escalofriante total de 27 títulos mundiales).

Birgit, la deportista alemana más laureada de la historia, ha jugado muchas veces al gato y al ratón con la retirada; a su lado, Michael Jordan es un aprendiz. Su primer adiós fue en 1986, cuando decidió tener su primer hijo, y regresó al año siguiente ante la proximidad de los Juegos de Seúl. El segundo llegó en 1989, coincidiendo con su segundo embarazo, y duró casi tres años, justo cuando Barcelona'92 asomaba en el horizonte. El tercero, en 1993, fue un interludio de algunos meses antes de comenzar a prepararse para Atlanta. Y el cuarto, tras los Juegos de Sydney, parecía el definitivo. En absoluto. En noviembre de 2003 la Gran Dama anunciaba que iba a intentar –y más tarde conseguir– clasificarse para Atenas'04.

Fischer, cuya relación con las piraguas comenzó con la afición excursionista de sus padres y se consolidó para siempre con la exigencia de los entrenamientos de la RDA, es dueña de su destino. Su tesón ha hecho de ella una de las deportistas más grandes de todos los tiempos con dos apellidos diferentes (de 1986 a 1989 compitió como Schmidt, nombre de casada)

 
 
 

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