LECTURES
CURTES // LECTURAS CORTAS |
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LA
CIMA DEL MUNDO
JEREMY HART, periodista
Fotografía: The Royal Geographical Society
2003
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SIR
EDMUND HILLARY, JUNTO A TENZING NORGAY,
TRIUNFÓ SOBRE LA NATURALEZA AL LLEGAR A LA CIMA DEL EVEREST.
CINCUENTA AÑOS DESPUÉS, EL INTRÉPIDO NEOCELANDÉS
RECUERDA SU VIAJE A LA CUMBRE MÁS ALTA DEL MUNDO
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Hillary
arriesgó su vida por las vistas que vio, desde la montaña más alta
del mundo,
a las 11:30 am del 29 de mayo de 1953.
Describió la imagen en sus ojos como:
"nada más que espacio en todas las direcciones desde la cima del
mundo".
Fue
un gran líder. Yo no soy Shackleton, pero creo que también me pude
considerar un buen líder.
Él nunca perdió a ninguno de sus hombres y yo tampoco.
Con frecuencia tenía miedo", continúa, "el miedo es un
factor muy importante en una exploración. Si uno está asustado,
entonces necesita armarse a menudo con un poco de fuerza y de energía
extra para superar el problema.
Si se supera el miedo y se soluciona el problema, entonces la sensación
de satisfacción es maravillosa".
"Le
pregunté, '¿por qué crees que te propusieron
ser el primer hombre en pisar la Luna?'
Me dijo que había sido una cuestión de suerte,
de ser la persona adecuada en el lugar adecuado.
Yo puedo decir lo mismo, pero ambos sabíamos
que éramos las personas adecuadas para llevar a cabo la misión"
"Reina
el desorden en el Everest", critica Hillary
"Tenzing
no tenía cámara y por lo que yo sabía
no había sacado una foto en toda su vida", explica Hillary.
"Así que ni se me pasó por la cabeza pedirle que me fotografiara.
Nunca me ha preocupado demasiado, para ser sincero.
Yo sabía que estaba allí".
"Nunca
había querido ser famoso o rico.
Solamente quería escalar la montaña.
No creo que se pueda decir eso de los escaladores modernos", dice
Hillary.
"Nosotros tenemos algo que no se puede comprar con el dinero.
La gente no se acuerda de quién fue el segundo.
Por eso siempre sentí que ser la primera persona del mundo en lograr un
desafío importante ofrece una clase de satisfacción que es difícil de
superar.
Nosotros lo hemos conseguido y fuimos los primeros.
Creo que con eso estábamos satisfechos".
Para
Hillary, la comercialización de la Gran Colina es una farsa.
"Creo
que esas personas a las que llevan a la cumbre no se tienen que
enfrentar a los desafíos de la montaña como tuvimos que hacerlo en las
primeras expediciones".
"La mayoría dispone de guías que los ayuda, un montón de sherpas
que los empujan cuando lo necesitan.
El quid de la cuestión es que para nosotros
la subida al Everest supuso un auténtico desafío,
algo que no ocurre hoy en día con los viajes turísticos organizados.
Disponen de cientos de metros de cuerda fija y probablemente unas 60
escaleras de aluminio para escalar en las caídas de nieve.
Ellos no son pioneros ni
descubridores.
Aunque para ellos seguirá siendo todo un reto,
no creo que se pueda comparar en absoluto con las primeras expediciones".
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SALVANDO
UNA GRIETA
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Sir Edmund
Hillary vive en la cara escarpada de un acantilado. Pero el ascenso
diario del rey de la escalada, en la cara norte de una colina que
quita la respiración, en Auckland, no se puede comparar con aquellos
momentos entre la vida y la muerte en la lucha que tanto él como el
sherpa Tenzing Norgay realizaron subiendo, pulgada a pulgada el Paso
Hillary, un afloramiento helado del Everest cortado por el viento que
ostentará su nombre para la posteridad. Hillary
arriesgó su vida por las vistas que vio, desde la montaña más alta
del mundo, a las 11:30 am del 29 de mayo de 1953. Describió la imagen
en sus ojos como: "nada más que espacio en todas las direcciones
desde la cima del mundo". Hoy, con 82 años y en el 50 aniversario
de la última gran exploración del mundo, el único riesgo al que se
enfrenta Hillary, en su ascenso a las tiendas o a la oficina de correos,
es un jovial saludo de sus compatriotas neozelandeses. "Hace
poco un grupo de trabajadores estaban instalando tuberías en lo alto de
la colina", recuerda Hillary, al tiempo que se dibuja una sonrisa
en su cara agrietada y maltratada por el paso del tiempo. "Yo
subía caminando por la calle en busca de mi correo y vi a un maorí
enorme que cavaba. Cuando pasé por su lado, me dijo 'Qué tal Ed'. Es
muy agradable, esa clase de cordialidad es lo que me gusta de los
neocelandeses. No diría que aquí soy una celebridad, pero supongo que
se me tiene bien considerado".
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EL
EQUIPO CRUZA UNA CAÍDA DE NIEVE |
Tras las
ventanas panorámicas del salón que hacen siluetas de su enorme marco,
se proyecta el color verde intenso de una Nueva Zelanda, que surge en la
primavera del hemisferio sur. El cielo es tan azul como los ojos de
Hillary. Se hace raro estar en una zona residencial de una gran ciudad
con un hombre que forjó su lugar en la historia sobre una montaña
coronada por vientos de más de 190km/h y congelada a temperaturas de
40º bajo cero. Pero si quedasen algunas dudas de que éste es el hogar
de un héroe aún con vida, éstas se disiparían al observar lo que
conserva de su vida como escalador, recuerdos que convierten su hogar en
lo alto de la colina en un museo viviente. Tapices
de artistas nepalíes cubren las paredes del salón. Libros ilustrados
de montañas y de montañismo se amontonan ordenadamente sobre su mesa
de café indú tallada y con muchos adornos. Budas, de entre siete y
quince centímetros de altura, se alinean a lo largo de la repisa de la
chimenea. Una copia de su autobiografía, View from the Summit,
yace sobre una mesa a un lado; los libros siempre han sido una parte
fundamental en la vida de Hillary.
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EN EL
CAMP II |
"Cuando
estaba en el instituto era un gran lector. Leía sobre exploradores como
Shackleton y Scott", dice Hillary. "Sin duda alguna, el que
más me atraía era Ernest Shackleton. Él llevaba a cabo todo lo que yo
deseaba hacer. Si las condiciones eran espantosas y peligrosas,
Shackleton era el hombre que dirigía a su equipo de forma segura. Fue
un gran líder. Yo no soy Shackleton, pero creo que también me pude
considerar un buen líder. Él nunca perdió a ninguno de sus hombres y
yo tampoco. Con frecuencia tenía miedo", continúa, "el miedo
es un factor muy importante en una exploración. Si uno está asustado,
entonces necesita armarse a menudo con un poco de fuerza y de energía
extra para superar el problema. Si se supera el miedo y se soluciona el
problema, entonces la sensación de satisfacción es maravillosa".
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NORGAY
CELEBRA SU TRIUNFO AL ALCANZAR LA CIMA |
Hillary guarda
parecido, sin lugar a dudas, con los aventureros que él admira. En 1985
voló al Polo Norte con Neil Armstrong, el primer hombre que pisó la
Luna. "Me
dejó verdaderamente impresionado; era callado y modesto. Pasamos una
noche juntos, allí arriba en el Ártico, en esa pequeña cabaña. Me
pasé la mayor parte del tiempo haciéndole preguntas. El casi no me
contó nada", se encoge extrañado de hombros Hillary. "Le
pregunté, '¿por qué crees que te propusieron ser el primer hombre en
pisar la Luna?' Me dijo que había sido una cuestión de suerte, de ser
la persona adecuada en el lugar adecuado. Yo puedo decir lo mismo, pero
ambos sabíamos que éramos las personas adecuadas para llevar a cabo la
misión". El
Polo Norte, el Polo Sur, el Everest, Hillary ha estado en todos los
extremos de este Planeta. Pero el espacio es una frontera que no ha
conquistado. "No
es que quisiera haber sido el primer hombre en pisar la Luna, pero sí
que me gustaría haber ido hasta allí", revela Hillary mirando
hacia el cielo. "Pero bueno, no se puede pagar para ir al espacio,
¿a que no? Sería algo así como pagar para subir al Everest, puede
hacerse pero está claro que no es lo mismo" Pero
al igual que hoy en día se puede pagar para ir al espacio, los turistas
pueden pagar para seguir los pasos de Hillary. Nuestro escalador conoce
demasiado bien las razones que llevan al gobierno nepalí a permitir que
tantos escaladores amateur lleven a cabo un viaje comparable a atravesar
el Sahara. A
las expediciones les cobran 70.000 euros por pisar el Everest. Los
sherpas pueden ganar hasta 3.590 euros por temporada, 10 veces el
salario medio. Hace
un par de años, 40 escaladores que formaban parte de un paquete
turístico de 50.000 euros destrozaron la colina redonda de nieve, que
marca la cumbre más alta del planeta. Uno de los escaladores comparó
la aglomeración en la cumbre con "las colas de las cajas de un
supermercado en lugar de la ladera de una montaña supuestamente virgen".
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EL
EQUIPO BRITÁNICO |
Pero, incluso
cuando Hillary ascendió a la montaña, el Everest ya no estaba
impecable. Las anteriores expediciones que habían tratado de llegar a
la cumbre habían dejado su basura esparcida. Se estima que hay hasta
100 toneladas de basura y al menos 100 cuerpos, casi la mitad de todas
las muertes que se registraron en el Everest. "Reina el desorden en
el Everest", critica Hillary, que considera afortunados a
Shackleton y a Scott por no haber sido testigos de lo que el siglo
XXI le ha hecho a la Antártica. "Hay miles de latas y de botellas
de oxígeno vacías. No es un lugar especialmente agradable de visitar.
La cantidad de basura esparcida por el campo base resulta increíble.
Algunas expediciones están haciendo el esfuerzo de no dejar la suya en
la montaña". Quedan rayos de esperanza; una expedición asiática
ha recogido 1,5 toneladas de basura durante esta temporada, escalando a
una altura de más de 8.000 metros.
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HILLARY
DISFRUTA DE UNA MERECIDA TAZA DE TÉ |
En el estudio
de Auckland de Hillary se pueden ver fotografías por todas partes. Pero
la fotografía del escalador en la cima de la montaña más alta del
mundo brilla por su ausencia. La razón de que esto sea así es porque
no existe tal fotografía. "Tenzing
no tenía cámara y por lo que yo sabía no había sacado una foto en
toda su vida", explica Hillary. "Así que ni se me pasó por
la cabeza pedirle que me fotografiara. Nunca me ha preocupado demasiado,
para ser sincero. Yo sabía que estaba allí".
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HILLARY
Y NORGAY EN LA CRESTA SURESTE |
Hillary se
arrepiente de pocas cosas en la vida, pero una de ellas es que su guía
sherpa no hubiese recibido los elogios de los que disfrutó el
neocelandés. Hillary descubrió en su camino de vuelta desde el Everest
a Katmandú que lo habían nombrado caballero, mientras que a Tenzing le
habían concedido la George Medal. la mayor condecoración británica en
tiempos de paz. "Creo
que le debían haber concedido un título también a Tenzing",
declara Hillary. "En aquella época, utilizaron el argumento de que
los ciudadanos hindúes no podían recibir un título extranjero.
Creo que fue incorrecto, en mi opinión toda la India estaría
entusiasmada si le hubiesen dado un título" Ni
Tenzing ni Hillary hicieron una fortuna gracias a la fama. Pero como
antiguo apicultor con una pasión por la escalada, Hillary todavía
tiene que pellizcarse para darse cuenta de que su amor por la vida
elevada le concedió semejante reconocimiento. "Nunca
había querido ser famoso o rico. Solamente quería escalar la montaña.
No creo que se pueda decir eso de los escaladores modernos", dice
Hillary. "Son conscientes de que si tienen éxito conseguirán un
gran prestigio y grandes beneficios. Ese no fue mi caso. No gasté ni un
minuto de mi tiempo pensando en las consecuencias que tendría mi
hazaña. "Nosotros
tenemos algo que no se puede comprar con el dinero. La gente no se
acuerda de quién fue el segundo. Por eso siempre sentí que ser la
primera persona del mundo en lograr un desafío importante ofrece una
clase de satisfacción que es difícil de superar. Nosotros lo hemos
conseguido y fuimos los primeros. Creo que con eso estábamos
satisfechos".
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LA
GRAN CIMA |
Tenzing Norgay
falleció en mayo de 1986, a los 74 años. En los últimos años,
Hillary no había visto mucho al compañero que junto con él había
hecho historia, pero ahora que se produce el aniversario del medio siglo
de su escalada, también se percata de su edad y de su condición de
mortal. Las
décadas penetrando en las zonas más bajas de la atmósfera, han pasado
factura a Hillary. La enfermedad de la altura que casi lo mató en su
edad madura, hace que las montañas que le dieron la fama se conviertan
en terreno prohibido para él. En su cincuenta aniversario, en mayo,
Hillary fue incapaz de abarcar las laderas más bajas que los
escaladores denominan cariñosamente la Gran Colina. "Incluso
el Campo Base es demasiado elevado para mí ahora", se lamenta.
"Pero planeé reunirme con mis buenos amigos sherpa en Katmandú,
el aniversario del día en que llegaron las noticias de nuestro éxito". ¿Y
cuál es el futuro del Everest? Para Hillary, la comercialización de la
Gran Colina es una farsa. Teniendo en cuenta la oferta de paquetes
turísticos al Polo Sur, Hillary teme lo que le podría pasar a la magia
del Everest, si continúa siendo una autopista de montañismo hacia el
cielo. "Creo
que esas personas a las que llevan a la cumbre no se tienen que
enfrentar a los desafíos de la montaña como tuvimos que hacerlo en las
primeras expediciones", resopla un tanto sombrío. "La
mayoría dispone de guías que los ayuda, un montón de sherpas que los
empujan cuando lo necesitan. El quid de la cuestión es que para
nosotros la subida al Everest supuso un auténtico desafío, algo que no
ocurre hoy en día con los viajes turísticos organizados. Disponen de
cientos de metros de cuerda fija y probablemente unas 60 escaleras de
aluminio para escalar en las caídas de nieve. Ellos no son pioneros ni
descubridores. Aunque para ellos seguirá siendo todo un reto, no creo
que se pueda comparar en absoluto con las primeras expediciones".
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