"La
violencia en el fútbol es culpa de todos, no sólo de los aficionados.
Los medios de comunicación deben controlar sus modales,
los políticos deberían guardarse sus pañuelos y
otros gestos que por su posición no deberían realizar,
y los directivos de los clubs deben ser un modelo de señorío."
"Pero
no olvidemos a los jugadores ...
... ser futbolista conlleva unas responsabilidades"
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Por
mucho que para algún holandés un Barça-Madrid tan sólo sea un
partido más, o simplemente tres puntos, para el resto de la familia 'culé'
es mucho más. Ello no justifica acciones violentas o desproporcionadas
como las acontecidas el año pasado. En ningún caso la sangre debe
llegar al río, al contrario, debemos demostrar el señorío de una
afición que puede presumir, ante la actual prepotencia 'merengue', de
haber tenido siempre a los jugadores más excelsos del panorama
futbolístico. Desde César a Kocsis, pasando por Kubala, Suárez o el
mismísimo Di Stéfano, Schuster y Maradona, Laudrup y Romário, o por
qué no Figo y Ronaldo.
El
Camp Nou siempre ha entendido de fútbol y de pasiones. Guste o no, el
Barça sigue siendo más que un club por su identificación con
Catalunya y aunque el tiempo pasa, hay cosas que no cambian. La pasión
es ir al campo, llenarlo y no parar de animar al equipo; es sentir,
protestar y si se quiere, silbar, pero nada más. Sería un error
cegarse y privarse de disfrutar a jugadores señoriales como Zidane, que
juegan, callan y respetan.
La
violencia en el fútbol es culpa de todos, no sólo de los aficionados.
Los medios de comunicación deben controlar sus modales, los políticos
deberían guardarse sus pañuelos y otros gestos que por su posición no
deberían realizar, y los directivos de los clubs deben ser un modelo de
señorío.
Pero
no olvidemos a los jugadores. Es cierto que el fútbol moderno es un
negocio y como tal sus trabajadores son profesionales, pero hay que
entender un oficio. Para los niños un jugador es su mundo, su pasión,
como también lo es para muchos ancianos que mantienen la chispa de la
vida gracias al fútbol; todo eso es algo que un futbolista debe saber.
Beckham
es muy libre de abandonar a su club para irse al extranjero y escoger lo
que más le guste, pero no se ha ido al Liverpool porque parece un
futbolista sensato, como Zidane. De haberlo hecho hubiera transformado
la pasión de los suyos en odio. Eso es lo que Figo parece no haber
entendido.
Ser
futbolista conlleva unas responsabilidades y hay que actuar con sensatez
para que entre todos podamos hacer del fútbol un modelo de civismo. El
Barça-Madrid debe ser la fiesta del fútbol, pese a la falta de cordura
de algunos. Se lo debemos al club y a todos los que han hecho al Barça
grande.
La
grandeza no sólo son títulos, es una manera de sentir y entender el
fútbol. Escribo esto a la memoria de Francisco Ragué Botey, que
me enseño estas cosas con su saber estar.
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