Honesto,
constante, trabajador, seguro de sí mismo, cortés, arrogante, hombre
de família, distante, impenetrable, inteligente, intocable...Michael
Johnson es todo esas cosas, pero sobretodo es uno de los mejores atletas
de todos los tiempos, plusmarquista de los 200 y 400 metros, ganador de
5 oros olímpicos y poseedor de nueve títulos de campeón del mundo.
Johnson se marcha ahora que está en la cima.
Michael Johnson, texano de 33 años e hijo
de un camionero, se ha hecho un hueco en la historia del atletismo junto a los
grandes como Carl Lewis, Emil Zatopek, Ed Moses, Jackie Joyner-Kersee, Sergei
Bubka, lolanda Balasz o Daley Thompson... y no lo ha hecho con humildad -al
fin y al cabo, corre con las inconfundibles zapatillas doradas que le distinguen de todos los demás-, pero sí con
clase. Entrevistar a Michael Johnson -de paso por Londres dentro de su larga vuelta
triunfal de despedida por todo el mundo-es un poco como entrevistar a un
fantasma. Buscar su alma es una pesadilla, aunque seguro que la tiene. Es educado
pero escueto y hay que sacarle las respuestas con tenazas.
¿De cuál de sus proezas está más orqulloso?
De todas igual.
¿A qué se dedicará cuando se retire?
A mi familia.
¿Es difídl combinar familia y trabajo?
No, la familia es lo primero, como para todo el mundo.
¿Va a ser duro vivir al margen del atletismo?
Sí.
¿Cuál es su mejor cualidad?
La consistencia.
¿Existe igualdad de oportunidades para los atletas en Estados Unidos?
Sí.
¿En qué consiste su rutina diaria de entrenamiento?
Depende de la época del año, es muy complicado y muy difícil de explicar.
¿Hay muchas tentaciones en la vida de un atleta: drogas, sexo, dinero,
fama...?
Para mí, no; supongo que depende de la persona.
¿Qué tres deseos le pediría al presidente Bush? ,
Ninguno, porque no me haría caso, y tampoco podría cumplirlos.
Michael Johnson no se enrolla, ni poco ni mucho. Tiene un notable parecido físico
con el actor Eddie Murphy, habla en tono monótono y muy bajito, con mirada
penetrante pero aire aburrido, como dejando claro que lo suyo es correr y no
hacer relaciones públicas. A veces sonríe, pero poco, ya veces se apasiona, como
cuando se refiere a la droga y la delincuencia juvenil. Tiene un hijo de ocho
meses, y el mundo en el que va a vivir le preocupa. Michael Johnson protege su corazón
con un escudo. Sus afectos son exclusivos y sus sonrisas valen el peso en oro de sus
zapatillas. Ante el resto del planeta es un robot acorazado. Seguro que tiene
sentimientos, pero no quiere expresarlos. No transmite pasión. ."Nunca he tenido
miedo a ningún rival, nunca he salido a una pista pensando que alguien me podía
ganar. Sólo he perdido cuando he cometido errores o cuando tenía problemas
físicos."
Admite que en los últimos quince años se ha dedicado en cuerpo y alma al
atletismo, de una manera casi obsesiva, y que su "segunda vida" empieza a partir de
ahora. "De lo que más orgulloso estoy como atleta -dice en un estudio de fotografía del
barrio londinense de Battersea mientras se deja retratar con su nueva y flamante
indumentaria deportiva- es de haber ganado los 200 y los 400 en unos mismos
Juegos Olímpicos. Y como persona todavía no lo sé, tengo muchas cosas por
hacer, y espero que cuando vuelva la vista atrás haya muchas acciones, y no sólo una, de
las que poder enorgullecerme."
Michael Johnson sabe que es uno de los mejores corredores de 400 metros que
han existido y existirán y que su marca de 43"18 será muy difícil de batir, pero de lo
que más presume es de su fuerza mental y su perseverancia. "Hay muchos atletas
-afirma- que tienen condiciones físicas parecidas a las mías, pero no la
constancia, no son capaces de dedicar el esfuerzo necesario para ser un gran campeón."
Como a casi todo el mundo, a Michael Johnson le encanta hablar de los éxitos
pero no de los fracasos. "El mayor disgusto de mi carrera fue probablemente ponerme
enfermo y no poder competir en los Juegos de Barcelona -la comida de un restaurante de
Salamanca, donde se entrenaba, estaba en malas condiciones-. Pero fui lo
suffcientemente maduro como para darme cuenta de que era joven y me quedaba mucho por
delante."
Cuando a Johnson se le pregunta qué tal digiere las derrotas, su respuesta
automática es que no ha sufrido muchas derrotas. "Lo único que se puede hacer es
aprender las lecciones para no cometer los mismos errores la próxima
vez, y seguir adelante. Cada carrera es una historia distinta, y no se gana porque se
ha ganado la anterior, ni se pierde porque se ha perdido la anterior:"
Lo que sí tiene muy claro es a cuál de sus rivales respeta más, probablemente
porque sólo es uno. "No cabe duda, Frankie Fredericks -el namibio es uno de los
pocos hombres que le han batido en los 200 metros-. Lleva diez años entre los
mejores, con consistencia y regularidad. Luego ha habido muchos otros que vienen
y van pero son flor de un día, estrellas fugaces."
El campeón justifica su retirada en el hecho de que ha alcanzado todos los objetivos
y se ha quedado sin desafíos. "He tenido mi época, he disfrutado, así que es hora de
dedicarse a otras cosas", asegura.muy serio con su tono monotono y su mirada
penetrante.
El campeón de Atlanta, de Sevilla. y de Sydney es perseverante, pero no
paciente. "Por eso no puedo pensar en ser entrenador cuando me retire, la paciencia es la
cualidad fundamental de un buen entrenador; y yo no la tengo. Echaré de menos
correr de modo competitivo, y seguiré dando vueltas en el mundo del atletismo, pero
no me tienta la idea de preparar a otros atletas"
Johnson aprecia la lealtad, y ha permanecido fiel al mismo entrenador durante
quince años. "Una estrecha relación personal entre atleta y preparador es muy
importante, hace falta alguien que tenga un gran conocimiento del mundo del
atletismo, pero que sea también un excelente psicólogo, que lea los estados de
ánimo y anticipe los problemas, que cree los estímulos adecuados. Las fórmulas de
libro de texto no sirven para nada; cada corredor, como cada persona, es un
mundo."
¿Cuáles son los pilares de la filosofía vital de Michael Johnson? Primero. la familia;
luego, disfrutar la vida y aprovechar las oportunidades que se presentan, y
finalmente, ayudar a los demás, hacer algo por mejorar el mundo.
¿Cuáles son las cualidades que más aprecia en los otros? La energía, la
motivación, lograr los objetivos que uno se propone. El éxito, en suma. Respeta a la gente que
consigue lo que se propone, que participa en el juego en vez de mirarlo como
espectador, que actúa en vez de hablar.
¿y cuáles son los defectos que más le molestan? Lo contrario, la pasividad, la desidia, la falta de energía y de ilusión, las quejas,los pretextos, las excusas. "Todos
hemos pasado por momentos difíciles -dice-, pero o por ello hay que hurgar en las
heridas y pedir la compasión de los demás."
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De niño, Michael se dedicó simplemente a
divertirse, a ser curioso y jugar: y tan solo al entrar en la Universidad de Baylor (Texas)
para estudiar Marketing descubrió que podría ser un gran atleta, tal vez el mejor del mundo. "Fue una buena sensación -no dice
magnífica, ni maravillosa, simplemente 'buena'-, y se convirtió en una meta, en un desafío que
requería todo mi tiempo y mi esfuerzo."
Una entrevista con Michael Johnson es una lección de autodisciplina, de persecución casi militar de los objetivos, y también de sentido común. "Es absurdo que los niños me vean como un modelo, porque no saben quién soy como persona, qué hago dentro de las paredes de mi casa, con mis amigos. Lo único que puede servirles de ejemplo es el esfuerzo."
Hoy, muchos coinciden en calificarlo como el mejor
velocista de todos los tiempos. Ha corrido 100 metros en 9"20 (en el segundo hectómetro de su récord mundial de los 200 m, de 19"32), muy por debajo de los 9'79 que acredita Maurice Greene como récord mundial.
Sólo así se ha plantado en 43"18 en los 400 m, también récord del mundo. En esa distancia, resulta extraordinario.
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